Desde que ésta tragedia asolara a los más pobres entre pobres, no ha existido más que llanto, pena y desconsuelo y todo habría sido así, de no ser por los pequeños rayos de sol, que de vez en cuando se dejan ver a través de la tormenta.
La labor de los voluntarios bomberos, médicos, enfermeras, militares, civiles y miles más imposible de nombrar, está siendo imprescindible en éstos momentos tan cruciales, en donde la vida sólo es un hilo que depende de si hay sufienciente silencio como para que los rastreadores te oigan o los perros te huelan.
Entre tanta pena y dolor, ese pequeño rayo de sol ha sido KIKI, que tras 9 días sepultado, ha sonrerído a sus rescatadores, provocando en ellos las lágrimas.
Bienvenido Kiki:
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